(Pastores Gonzalo y Andrea
Sanabria, Devocional No. 052)
Dios es propicio para cada tiempo de
nuestra vida. Dios fue el proveedor de Israel en el desierto, y aunque era un lugar
difícil, Dios nunca faltó con Su provisión y protección, siempre suplió las
diversas necesidades de Israel en éste complicado lugar. Ahora Josué e Israel,
deben iniciar la conquista de la tierra prometida, lo que implica batalla con
los ejércitos cananeos, es pues un nuevo tiempo de avanzada y guerra...
“Estando
Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de
él, el cual tenía una espada
desenvainada en su mano... Entonces Josué, postrándose… le adoró… Y el Príncipe
del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque
el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo”, Josué 5:13-15.
JOSUÉ Y EL VARÓN CON LA ESPADA DESENVAINADA
Josué
tiene un encuentro con el Señor precisamente antes de las batallas en Canaán. El
Señor se manifiesta como Príncipe del ejército de Dios para las batallas que
ahora enfrentarían. Una vez más Dios se revela de acuerdo al momento por el que
atravesamos, él viene a equiparnos y animarnos para enfrentar los nuevos
desafíos.
Josué
e Israel deben pasar por una transición, del Dios proveedor en el desierto al
Dios de los ejércitos; de estar en la posición de recibir la provisión de Dios
a batallar y conquistar la tierra prometida. De igual manera el creyente debe
transicionar de sólo esperar la provisión a conquistar los nuevos desafíos que
Dios pone por delante.
Nuestro
Dios es además guerrero, nunca ha perdido ninguna batalla, requiere de su
ejército obediencia, sensibilidad a Su voz, firmeza ante el enemigo y santidad,
por eso se manifiesta así a Josué: con una espada desenvainada, como Príncipe
(del hebreo "sar" que significa: jefe,
capitán, general, cabeza) del ejército de Dios, y le ordena quitar su calzado,
pues era santo el lugar donde estaba, y surge la pregunta ¿dónde estaba?
En
tierra cananea, tierra pagana, idolátrica, pero la presencia de Dios allí la
santificaba. No es el resplandor de la decoración, ni el brillo de la fantasía,
ni la arquitectura religiosa lo que hace santo un lugar, sino la manifestación
gloriosa de la presencia de Dios allí.
El
señor le ordena a Josué “Quita el calzado de tus pies”, el calzado es figura de
nuestro andar. Recordemos que Jesús lavó los pies a sus discípulos. Aunque
seguimos a Jesús, a veces nuestros pies se ensucian en éste peregrinar
terrenal, y debemos ir al Señor para que éstos sean limpiados por Su sangre, y
ejercitarnos en el Espíritu y en Su Palabra para andar por el camino de la
santidad.
Ahora,
el Señor se manifiesta así (“Príncipe del ejercito de Jehová”) a Josué
animándole a seguir adelante, pues Su presencia estaría con él, aunque ya no
estaba Moisés, Dios seguía allí, cuando Israel estuviera en batalla aquí en la
tierra, desde el cielo los ejércitos angelicales estarían a su favor, y aunque
Israel vería a Josué dirigiendo, en realidad su capitán sería Jesucristo
nuestro Señor, y así los ejércitos cananeos no prevalecerían contra el pueblo
de Dios.
Reflexión final:
La Escritura nos dice que Dios nos lleva de gloria en gloria, él conduce
nuestra vida hacia lo nuevo, él ha estado con nosotros y seguirá ayudándonos,
su provisión y protección no nos ha faltado, ni nos faltará, él nos conduce
hacia Su voluntad… no desmayes, fortalécete en Su palabra, porque fiel es el
que prometió.
Animo pastor Gonzalo. Liliana Posso
ResponderBorrarDios te bendiga Pastora Liliana. Gracias. Bendiciones.
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