(Pastores Gonzalo
y Andrea Sanabria)
Dormía un león, cuando un ratón empezó a
jugar encima de su cuerpo. Despertó el león y atrapó al ratón; y a punto de ser
devorado, le pidió éste que lo perdonara, prometiendo devolverle el favor. Jactándose,
El rey de la selva echó a reír, pero lo dejó marchar. Pocos días después unos
cazadores apresaron al león y le ataron con una cuerda a un árbol.
Pasó por ahí
el ratón, quien al oír los lamentos del león, corrió al lugar y royó la cuerda,
dejándolo libre, y le dijo: “Te burlaste de mí, pensando que nada podría hacer
por ti. Pero recuerda, no somos capaces de hacerlo todo”.
Debemos despojarnos
del orgullo, de la soberbia y autosuficiencia, reconocer que necesitamos a
Dios, y que él es poderoso y bueno para ayudarnos en todas las circunstancias. Como nos lo enseña el profeta Habacuc en este interesante estudio